domingo, 29 de enero de 2012

YO ESTOY BIEN; LOS OTROS NO



28 Enero 2012, 8:43 PM
DE SALUD Y OTRAS COSAS
Escrito por: César Mella (cesarm2@codetel.net.do)
¿Quién es que determina lo que está bien y lo que está mal?
¿Quién es normal y quién es anormal?
Todos tenemos una vara midiendo acciones de quienes nos rodean. Evaluamos conductas y toda la existencia de los demás.
Gran parte de nuestras conversaciones  dentro y fuera del hogar la dedicamos a formular juicios sobre gente que a veces ni siquiera conocemos.
Con frecuencia convertimos lo subjetivo en objetivo: “Esa damita se está acostando con el Jefe”, murmuró Luisa en una oficina pública, lo hizo por pura presunción. Al otro día todo el edificio dio como un hecho no sólo que la niña en cuestión salía con su jefe sino que estaba embarazada.
Indagatorias más profundas determinaron que se trataba de la novia del hijo del Jefe y que en breve se casarían.
Resulta interesante que cuando nos equivocamos, midiendo gentes y actitudes, razonemos que no somos infalibles y que es riesgoso equivocarse respecto a la conducta del otro.
Abundan las gentes estrictas, serias, cumplidas y excelentes ciudadanos, y sin embargo para ellos todo el mundo es charlatán y ninguna mujer sirve.
He notado que en la sociedad dominicana los moralistas de hojalata predican normas y valores en calzoncillos y justamente, desde la baraúnda de los moteles.
Hay que ver la paja en nuestros propios ojos; salir de nuestro micro mundo de permanentes evaluaciones del otro; mirar hacia los lados y asumir con cierta humildad un mundo imperfecto.
Mucha gente, que se percibe como lo mejor de la bolita del mundo, al descubrir  que su hija es lesbiana; que su mujer tiene sida o que le acaban de diagnosticar un cáncer, se refugian en las  religiones en procura del perdón.
Estoy en un proceso de revisión de mi propia rigidez para convivir y entender, fuera del marco de la consulta profesional, a los impuntuales; a los mentirosos de profesión; a los políticos sin un ápice de principios; a los padres irresponsables; a los humanos ingratos y a los chismosos de profesión.
Me proponía terminar este artículo diciendo:

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