Por Salud y bienestar | Yahoo! Editorial – mar, 27 dic 2011 8:26 a.m. EST
Por Victoria Villaamil
Ni hisopos, ni irrigaciones
de agua ni aceite. Hay que dejar que el
oído desarrolle su proceso natural de limpieza, expulsando el cerumen hacia
fuera.
El oído tiene un sistema natural de auto-limpieza que
permite que la cera que se va fabricando vaya saliendo poco a poco hacia el
exterior y se elimine.
Por
eso, los otorrinolaringólogos (especialistas en el cuidado del oído, nariz,
garganta) desaconsejan la utilización de hisopos,
así como las irrigaciones con agua o aceite de manera casera; e insisten en que hay
que acudir a los profesionales para extraer los tapones que se formen.
Los hisopos que se venden en las farmacias no se deben
emplear para la higiene de los oídos porque lo que hacemos es impactar la cera
y empujarla hacia adentro originando nosotros mismos un tapón de cerumen.
Además,
si el hisopo se introduce demasiado a fondo en el canal auditivo puede
causar daños graves, entre los que se incluye la ruptura del tímpano,
también conocida como perforación de la membrana timpánica. Las perforaciones
severas pueden causar parálisis facial y vértigo.
Tampoco
se deben utilizar preparados en gotas de forma profiláctica ni realizar lavados
del conducto con suero u otra substancia.
De
hecho, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL) "las
personas que utilizan los hisopos
con mucha frecuencia son aquellas que tienen que acudir a su
otorrinolaringólogo más a menudo para solucionar este problema".
Por
tanto, la mejor manera de limpiar el oído es dejar que este desarrolle
su proceso natural de limpieza.
No
es extraño que cuando se pregunta a un médico "¿Cómo se lavan los oídos?,
este responda con una frase casi cómica: "Los oídos se lavan con los
codos, es decir, con nada; ellos por sí solos harán su labor".
La
cera no es mala
Es
una protección natural que posee el conducto auditivo externo y que no
debemos retirar. Posee una función protectora que sirve para atrapar el polvo,
los microorganismos y las partículas extrañas y evitar que penetren en él y lo
lesionen.
Lo
que ocurre es que, en algunas personas, las glándulas producen más cera de la
que puede eliminarse fácilmente y esta cera adicional puede endurecerse en el
canal auditivo y llegar a obstruirlo. Normalmente, para limpiar el conducto
auditivo basta con mojarse el oído en la ducha y limpiar la zona más externa
del pabellón auricular con una gasa o toalla fina.
"Solo
debe limpiarse la oreja, es decir, la parte externa, y siempre con mucho
cuidado", matizan los especialistas.
En
ningún caso se debe introducir hisopo ni otros objetos en los oídos (algodón,
la esquina enroscada de una servilleta o complementos que se usan para el pelo
como horquillas) porque se corre el peligro de perforar la delgada membrana que
cubre el tímpano y dejarlo así expuesto a posibles infecciones de graves
consecuencias.
Limpiar
de forma incorrecta nuestro oído puede provocar lesiones que pueden ir desde un
simple tapón, hasta infecciones, perforaciones u otro tipo de lesiones.
Si
el tapón persiste o notas una pérdida en la capacidad auditiva lo más
recomendable es visitar a tu otorrinolaringólogo, al que se debe acudir al
menos una vez al año.
Fuente: Sociedad
Española de Otorrinolaringología (SEORL).
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