viernes, 24 de febrero de 2012

¿ME PRESTAS CINCO DÓLARES?

Un día, una mujer que llegó a la casa tarde del trabajo. Cansada e irritada, encontró a su hijo de 5 años de edad esperándola en la puerta.


HIJO:  "Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?"


MADRE:  "Claro hijo, dime", respondió la mujer.


HIJO:  "¿Cuánto ganas por hora?"


MADRE:  "Eso no te incumbe", le dijo la mujer enojada. "¿Para qué me preguntas eso?"


HIJO:  "Tan solo quiero saber. Por favor, dime, ¿cuánto ganas por hora?"


MADRE:  "Muy bien, gano veinte dólares por hora".


HIJO:  "Oh", exclamó el niño, con la cabeza gacha. "¿Me prestas cinco dólares?"


La madre se enfureció: "Con que era para pedirme dinero prestado para comprar porquería de juguete o cualquier otro disparate. 
Camina ahora misma para tu habitación y te acuestas enseguida. Estás siendo muy egoísta.
Yo no trabajo duro cada día para frivolidades infantiles.


El niño fue en silencio a su habitación y cerró la puerta.


La mujer se sentó. Estaba muy enojada por las preguntas del pequeño. ¿Cómo se atreve a hacerme tales preguntas para pedir dinero?


A la hora, ya calmada, comenzó a pensar:
Tal vez realmente necesitaba comprar algo con los cinco dólares. El no acostumbra a pedirme dinero. Si dirigió a la habitación del pequeño y abrió la puerta.


"¿Estás dormido, hijo?", preguntó ella.


"No mamá, estoy despierto", respondió el muchacho.


"Pienso que fui muy dura contigo, hijo", comentó la mujer. "El día fue difícil y me la desquité contigo. Perdóname. Aquí tienes los cinco dólares que me pediste".


"¡Oh, gracias mamá!" dijo el niño contento. Rápidamente se sentó en la cama y sacó unos billetes arrugados de debajo de su almohada.


Cuando la mujer vio que el niño tenía dinero, se enfureció de nuevo. Este contó despacio su dinero y luego miró a su madre.


"¿Para qué querías dinero, si ya tenías?", le cuestionó la madre.


"Porque no tenía suficiente, pero ahora si", respondió el niño.
"Ahora tengo veinte dólares. ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo?  Por favor, vuelve a casa  mañana temprano. Me gustaría cenar contigo".


La madre se sintió abofeteada. Abrazó a su pequeño y le rogó que la perdonara.


Trabajamos duro en la vida. Que el tiempo no se nos vaya, sin que compartamos el valor de veinte dólares de nuestro tiempo con aquellos que realmente nos importa, las personas cercanas a nuestros corazones o con alguien a quien amamos.


Si muero, en cuestión de horas, me reemplazan en el trabajo.
Sin embargo, la familia y los amigos que dejamos atrás, sentirán la pérdida por el resto de sus vidas.


Por favor, comparte este mensaje con tu familia y tus amistades.-

No hay comentarios.:

Publicar un comentario