En el silencio se encuentra la capacidad de
escuchar; escucharnos a nosotros mismos, a los demás y a Dios. Escuchar es un
arte perdido. Sin ella no nos podemos comunicar ni relacionar, por lo que la vida no sería vida.
Tenemos
que aprender a escuchar. Sentado en silencio nos permite escucharnos a nosotros
mismos y a entender.
El
silencio puede sanar. Las preocupaciones y el dolor pueden ser curadas cuando
escuchamos. La medicina espiritual está siempre presente en el alma. Cuando la
necesitamos, en cualquier medida, la podemos encontrar dentro de nosotros.
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